Os traigo una receta muy sencilla, ideal para preparar con niños.
Estas galletas
son sin azúcar, pero si queréis hacerlas con él, tenéis la receta publicada desde
hace años en el blog: Galletas
de mantequilla.
Como siempre, recordad
que todos los ingredientes deben ser sin gluten ni trazas. Es importante
también que tengáis cuidado con la contaminación cruzada, si cocináis con y sin
gluten en casa.
Os dejo algunos trucos y consejos en la receta, basados en las experiencias que he tenido al prepararlas.
Ingredientes:
175 gr de harina
de arroz integral (si no tenéis integral, pues normal)
75 gr de almidón
de maíz
180 gr de
mantequilla
Una pizca de
sal
20 gr de
sucralosa en polvo (o el edulcorante que uséis)
1 huevo
Harina de arroz
para la mesa
Preparación:
En esta receta es preferible usar una mantequilla que sea buena, las galletas tendrán mejor sabor. Sobre todo, teniendo en cuenta que no vamos a usar ningún tipo de aromatizante para hacerlas.
La mantequilla tiene que estar a temperatura ambiente, para que podamos trabajar con ella.
Truco si os
habéis olvidado de sacar la mantequilla de la nevera: podéis ablandarla en el microondas,
pero ¡¡¡ojo!!! no la derritáis. Poner la función de descongelación (si vuestro
micro la tiene), y no le saquéis el ojo de encima. La metéis unos segundos en el
micro y la vais comprobando.
Yo no uso amasadora para hacerlas, pero es una opción.
Ponemos en un bol
todos los ingredientes y con ayuda de una cuchara o una espátula, vamos
removiendo hasta que veamos que están todos integrados. Entonces empezamos a
amasar, sin sacar la masa del recipiente todavía. Os dejo dos fotos del
proceso, para que veáis como os tiene que quedar:
Espolvoreamos
un poco de harina de arroz en la superficie de trabajo y amasamos un poco,
hasta que la masa no se pegue a las manos. Podéis ir añadiendo un poco de
harina si veis que hace falta (porque la masa esté muy pegajosa).
Si la masa ha
quedado muy seca (no debería), porque habéis usado otra harina y está inmanejable,
añadidle un poco de agua y vais probando.
Una vez que tengamos nuestra masa lista (en muy pocos minutos estará), la envolvemos en un film transparente y la metemos en la nevera una media hora.
Cuando pase este tiempo, precalentamos el horno a 180º. Sacamos la masa de la nevera y la estiramos entre dos hojas de papel de hornear, para que no se pegue al rodillo. La dejamos con un grosor de un centímetro, más o menos.
Truco: si hace
mucho calor en vuestra cocina, es probable que se pegue la masa a los cortadores
o que no podáis despegar las galletas del papel. Yo lo que hago cuando me pasa
eso, es meter la masa ya estirada un minuto en el congelador, luego la saco y
corto las galletas.
Tenéis que ir cortando, juntando la masa que sobra y volviendo a estirarla, hasta acabarla.
Ponemos las galletas en una bandeja de horno cubierta con papel o con un tapete de silicona apto para el horno.
Horneamos a
180º unos 12-15 minutos, con la bandeja a media altura.
Es importante
que las galletas no se quemen ni queden doradas, no hace falta. Si veis que los
bordes se están dorando, hay que sacarlas. Las de la foto casi se me pasan:
Dejamos que las
galletas enfríen un poco en la bandeja antes de manipularlas, o se nos romperán
si las tocamos aún calientes. Cuando estén templadas las podemos pasar a una
rejilla, para que acaben de enfriar.
Una vez frías, se conservan perfectamente en una lata o en un recipiente hermético, durante días (si no os las zampáis antes). Espero que os gusten.
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